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sábado, 12 de mayo de 2012

El fantasma del futuro.

Entré en la habitación apenas iluminada por unos pequeños rayos de sol que parecían pinceladas en un cuadro barato. En una esquina una pequeña mesita soportaba el peso de un bote de hojalata oxidada, en el que en su día se alimentó una rosa, hoy deshojada y mustia. Raídas cortinas dibujaban las marcas anteriores de imágenes pasadas, y en el lugar que un día se miró el sol, hoy habían cristales rotos por el tiempo.
Me dispuse a dar unos pasos para que mis ojos pudieran mirar más allá, la verdad es que ese lugar me era familiar, algo en mi interior sentía que no era la primera vez que lo veía , pero estaba todo tan viejo y roto que  me era imposible poder hacer una fotografía y compararla en mi memoria. Tengo que decir que a pesar de lo oscuro y viejo  de aquella habitación el olor que en ella se respiraba era fresco, suave.
    En el fondo de la habitación pude apreciar una enorme cama, estaba coronada con un antiguo cabezal de hierro forjado, como aquellos que siempre me habían gustado. Mi asombro fue cuando descubrí que sobre ella se albergaba una pequeña figura apenas visible , me acerque con paso lento y aliento entrecortado, no sabía que me podía encontrar y lo que más temía era que se pudiera tratar de alguien fallecido. Pude observar una pequeña mujer con una enorme cabellera blanca y rizada que caía sobre su rostro como alas de ángel. Su tez era cetrina y  el  paso de su tiempo se dibujaba en cada arruga. Después de mucho vacilar pude despegar mi mano de mi cuerpo y poco a poco acercarla hacia ese cuerpecito casi inerte que parecía no respirar, rozé la colcha tan suavemente que a pesar de estar tocándola mi sentido no podía percibir nada...de repente...mi cuerpo se lanzó hacia atrás como si hubiera recibido una descarga eléctrica, la mano de aquella anciana me agarró tan fuerte que pensé que ya no volvería a salir de esa habitación. Mis pupilas se dilataron , mi corazón palpitaba tan rápido que pensé que se saldría de mi cuerpo.
      Con voz temblorosa y apagada me dijo- te estaba esperando, has venido antes de lo que esperaba- yo estaba confundida, aterrada. Me agarró aún más fuerte e inyecto su mirada sobre la mía-escucha bien lo que tengo que decirte...vive como siempre lo has hecho, no dejes que nadie te diga que no lo conseguirás que las cosas son difíciles, sigue sin conformarte, pero sobre todo y más importante no pierdas el tiempo pensando en cómo vivirás mañana, solo piensa en cómo vives el hoy. 
       Sentí que sus ojos los conocía, ya antes los había mirado, me inundó  la misma sensación que mirar los míos propios. Con esas palabras el cuerpo frágil y lacio cayó sobre la mullida cama y pude escuchar como su corazón se paraba.
      Me arrojé a su pecho intentando reanimarla y tras largo rato golpeando su cansado corazón caí exhausta  en su regazo. Del miedo pasé a la tristeza y de la tristeza a una sonrisa que aunque incomprensible para la situación no pude evitar, en el fondo me sentí feliz...no entendía tanta felicidad, ante la muerte de alguien.
      Cuando levanté la cabeza, pude observar que en su mano había un papel arrugado, lo sustraje  como pude y comencé a leerlo...querida niña, no cambies nada de lo que te suceda por vivir algo que no te corresponde, no te llevará a ningún lado, y menos a donde tú quieres ir, gasta tu vida para vivir con riqueza en el alma y no te olvides de las últimas palabras que tú misma digas antes de morir.

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